El Amor Inquebrantable De Dios


Romanos 8:38-39: "Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro."


Primero, la muerte no puede separarnos del amor de Dios. A menudo, la muerte es vista como algo temible, pero para aquellos que tienen fe en Cristo, la muerte no es el final, sino el paso a la eternidad en la presencia de Dios.


Segundo, la vida no puede separarnos del amor de Dios. A veces, en medio de nuestras luchas y dificultades, podemos sentirnos alejados de Dios, pero su amor es constante, incluso en los momentos más oscuros de nuestra vida.


Tercero, los ángeles, los principados y las potestades no pueden separarnos del amor de Dios. Ningún poder celestial o terrenal puede quebrantar el vínculo de amor que Dios ha establecido con nosotros.


Cuarto, ni las circunstancias actuales ni las que vendrán en el futuro pueden separarnos del amor de Dios. Ya sea en tiempos de prosperidad o de adversidad, en momentos de alegría o de tristeza, su amor prevalece.


Quinto, ni lo alto ni lo profundo pueden separarnos del amor de Dios. Su amor es omnipresente, se extiende desde los lugares más elevados hasta las profundidades más abismales de nuestras vidas.


Quiero que meditemos en esto: somos amados de una manera que va más allá de nuestra comprensión. No importa dónde estemos, qué hayamos hecho o qué desafíos enfrentemos, el amor de Dios en Cristo Jesús nos rodea y nos sostiene.


recuerda que somos amados de una manera tan profunda que no hay absolutamente nada en este mundo que pueda separarnos de ese amor. En medio de nuestras luchas y tribulaciones, en la incertidumbre de la vida, podemos aferrarnos a esta verdad con confianza y alegría. 


Que este conocimiento nos inspire a vivir vidas de gratitud y a compartir el amor de Dios con otros, sabiendo que somos amados de manera inquebrantable por nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

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